viernes, 27 de agosto de 2010

El del cumpleaños Iª Parte

-Recapitulemos: después de haberle dicho a Mery lo que se me pasaba por la cabeza, decidí dar un paso adelante y decírselo a mis amigos en mi cumpleaños.

Vereis, cuando pasa un tiempo desde algún hecho concreto, uno aprende a ver las cosas en perspectiva. Y, sinceramente, la perspectiva no me ha ayudado a mi NADA.
Si ahora pudiera volver al pasado no sabría si haría lo que hice o no...
¡NI SIQUIERA SABRIA SI APARECERIA POR MI CUMPLEAÑOS!

Pero vayamos al grano del asunto:
Mi cumpleaños era en la segunda quincena de Enero y tuve de por medio todas las vacaciones de invierno para pensar como contárselo a mis amigos. La verdad, es que cada vez que hacía un repaso mental de las palabras que iba a pronunciar, la situación parecía fácil y simple...
Pero solo lo parecía.

En principio, me negué a una fiesta de cumpleaños. Yo sabía que si la hacía, no tendría mas que decírselo si o si a quien estuviera allí. Por ello, cuando mis amig@s me preguntaron si quería algo especial, yo intenté posponerlo todo lo que pude hasta que acabé viendo la luz...

ERAN MIS AMIGOS. SON MIS AMIGOS. HAN ESTADO EN LO BUENO Y EN LO MALO. Y NO CREO QUE NINGUNO DE ELLOS DEJARA DE ESTAR CONMIGO POR UNA DECISION ASÍ... ¿verdad?

Sin embargo, un día, hablando con uno de mis grandes amigos, le confesé mi miedo, mi secreto y todo lo que ello conllevaba... El me dijo que no me preocupara. Que no le importaba. Y que gracias por confiar en él.

Así que, empujado por eso, en una de mis frecuentes conversaciones con Pablo por el chat, le dije que si quería fiesta y que no quería que faltara nadie. Absolutamente nadie.
Durante toda la semana que precedía a la ``fiesta ´´ (a mi consiguiente descubrimiento) estuve que me subía por las paredes.

A lo mejor, en el último momento no me salían las palabras.
Quizá no hiciera falta que se lo dijera en la fiesta.

¡¡Puede que hasta aparecieran unos bailarines en paños menores bailando a mi lado y todo fuera tan fácil como lo era en el teatro!! (Vale, quizá en esta parte, mi imaginación se excedió un poco...)

A un día para la fiesta, la mayor sorpresa estaba apunto de venir... ¡¡Y de quien menos me lo esperaba!!
Mery, mi Mery... ¡¡Mi querida Mery no podía ir!! ¿Cómo cojones iba a afrentar mis miedos si mi apoyo no estaba?
¿Quién impediría entonces que la cagase?
Pero ya era tarde.
Había tomado una decisión.

Así que, el viernes de la celebración de mi cumpleaños, me dirigí al Banco del Tiempo (nuestro segundo hogar; un bajo donde pasábamos el tiempo y nos reíamos juntos) junto a  algunos de mis amigos y me preparé para fingir algo de sorpresa.
Cabe decir que en realidad los nervios me comían por dentro y que cualquiera con dos dedos de frente podía haberse dado cuenta.
No fue el caso.

Sin embargo, una vez dentro las cosas no hicieron más que ponerse más tensa (al menos para mi).
Mis amigos habían encontrado gracioso el comprar para la celebración vasos y platos de plástico... CON UNA PRINCESITA PINTADA EN EL CENTRO.

Vale, realmente no era para tanto...
Pero para mi fue muy agobiante.
¡Era un tema serio, vale!
(Bueno, no tanto como la guerra de Irak, pero si era importante para mi)
Así que me senté pensando en como podría decírselo a todos.
Y, entonces, todo cambió.

Porque una llamada de teléfono y una visita inesperada precipitó todo.

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